domingo, 21 de junio de 2009

Nuestra columna semanal madrileña

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Año X - Madrid, viernes 19 de junio de 2009


Opinión

A pedacitos
Santiago José Guevara García (Valencia, Venezuela)

sjguevarag@gmail.com


Luego de la operación de confiscación de la red de empresas de servicios a la industria petrolera en el opositor estado Zulia (occidente del país, frontera con Colombia), el Gobierno ahora intensifica su arremetida anti empresa privada y antinacional en la actividad de puertos y sectores relacionados. Diversas consecuencias económicas en el plano naviero, logístico, de seguros, aduanas, comercial y regional están ya presentes.

Puerto Cabello, principal puerto nacional y, hasta hace unos años, potencial principal hub del Caribe Sur, ha pasado del quinto al duodécimo lugar de importancia en el comercio marítimo de contenedores de América latina y este año desmejora aún más su posición. Por razones asociadas al desmadre en que se ha convertido el país, ya antes de la recentralización y confiscación de propiedades de todo tipo de las empresas presentes en la zona portuaria, el mundo naviero había teñido de rojo la evaluación del puerto.

Esta semana, a pesar del manejo acomodaticio (y suicida) de los medios empresariales afectados, es posible decir que se asiste al anuncio de muerte de la economía local porteña. Antes de las razones económicas que la presagiaban para dentro de unos pocos años, en razón de la movilidad de la actividad aduanera, la pérdida de importancia portuaria cobrará su alta cuota de víctimas en diversos sectores económicos regionales.

La actividad portuaria siempre fue, y ahora lo es explícitamente a fines estratégicos, el corazón de la logística de la producción y el consumo nacionales y un importante factor de competitividad internacional. Una pésima decisión de confiscación y un todavía peor manejo del proceso deben tener represados en los puertos nacionales venezolanos, mercancías directamente ligadas a la producción y el consuno corrientes, en el orden de los cuatro mil millones de dólares, además de las cuantiosas inversiones en instalaciones, maquinarias, equipos y otros activos puestas en riesgo.

En el momento de producir este artículo se conoce del movimiento del mundo asegurador y reasegurador en el sentido de castigar la evaluación de riesgo de Puerto Cabello y otros puertos nacionales, con impacto evidente sobre otras sociedades latinoamericanas. Las pólizas nuevas incluyen el llamado “riesgo de guerra”.

Ya se conoce también de la decisión de cierre y migración de empresas aduaneras y otras, con sus consecuencias sobre el empleo. Puerto Cabello vive, en este momento, con el placet de su alcalde y la acción cómplice de su gobernador (supuesto opositor), un tic tac cuyo desenlace casi seguramente será explosivo. Venezuela está siendo destrozada a pedacitos por la entente cubano-venezolana de los dos regímenes dictatoriales, que se han propuesto poner la riqueza nacional al servicio de sus intereses bastardos.

Mientras todo lo anterior acontece, se conoce de los acuerdos y participación de empresas cubanas y binacionales en la gestión de todo lo recentralizado y confiscado. Sin embargo, no lo será para el progreso, sino simplemente para el control de tráfico de los mendrugos del rápidamente declinante comercio exterior de bienes y materias primas asociadas al bienestar de su sociedad y una acción de segregación sobre empresas y sociedad.

El régimen enfrenta una doble condición: pérdida acelerada de legitimidad y popularidad y profundización de sus atentados a la sociedad. Como comprenderán, es un agravamiento del conflicto nacional. Junto con el silencio y conformidad de muchos, diversas alarmas están encendidas. El país democrático que tanto modeló y apoyó procesos de recuperación de la normalidad institucional en su continente u otros, espera la solidaridad de los beneficiarios aún vivos o los herederos actuales de esas acciones consustancialmente ligadas al alma venezolana.

Venezuela se cae a pedacitos. América Latina toda entra en zona de riesgo. Si no lo creen, pregúntenle a los aseguradores. Chávez y la claque cubana son los responsables. Una acción de recuperación es cada vez más necesaria.

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