martes, 17 de febrero de 2009

¿Cómo es eso de que no tenemos una "Visión de País"?


UNA VISION DE PAIS [1]

Ya lo hemos dicho: un norte es absolutamente necesario. O seguiremos navegando sin bitácora. Y sin resultados que nos rediman.

Lo que se expone a continuación es una Propuesta de Proyecto Nacional de Desarrollo para el Relanzamiento Nacional, elaborada a título personal, ofrecida a diversos sectores carabobeños -y ahora al país-, pensada para su ensamblaje con las muchas otras formuladas y todavía necesitada de avance procedimental. Fue montada fundamentalmente en noviembre del 2002, con algunos ajustes en abril y entre septiembre y octubre de 2003. Su formato es periodístico: son 12 artículos de una cuartilla cada uno, con un gráfico relacionado. El primero permite precisar la situación de partida muy general -el estado de ánimo necesario, más bien- para la formulación de una visión de país; mientras que el último se interesa por precisar lo que debería hacerse procedimentalmente a partir de ella.

Está revestida de algunas características "de diseño" que es necesario puntualizar: 1º) Es enteramente normativa; es decir, todavía en el plano del "qué", del "deber ser". Eso la hace un producto técnico todavía necesitado de validaciones diversas. 2º) Deriva de un esquema político y estratégico más amplio, de acuerdo al cual utiliza y requiere apoyos variados. 3º) Está montada sobre gestiones o posibilidades provenientes de la experiencia personal. 4º) Está dirigida intencionalmente a desarrollar oportunidades no petroleras, en razón de la conveniencia de diversificación del portafolio de opciones productivas del país.
En la "visión" se propone un modelo analítico para el cambio social, de acuerdo al cual: 1º) la disponibilidad de un "proyecto nacional" riguroso, dotado de un objetivo claro; 2º) una adecuada dotación de capital social y 3º) el control sobre la gobernabilidad para la realización del proyecto, pueden permitir, efectivamente, detonar un proceso de desarrollo sostenido.
El propósito fundamental de la inclusión de nuestra "visión" en este "papeles" es ofrecer a la discusión nacional una referencia prospectiva que se preocupa por partir de establecer un objetivo claro: creemos que la conversión del país en un centro regional de servicios y de negocios es una vía de alto impacto para desencadenar las fuerzas productivas necesarias al progreso, la estabilidad y la justicia.

ARTÍCULO "CERO": LA SITUACIÓN DE PARTIDA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA VISIÓN DE PAÍS

Volvemos a estar en una encrucijada. La historia nos reclama nuevamente. O nos otorga una nueva oportunidad. Y las oportunidades no son sino para aprovecharlas.

Y es que el país ha sufrido mucha mala historia en su último cuarto de siglo. Que se ha agravado en estos últimos seis años. Otra vez, la esperanza dio paso a la frustración. Pero ahora hasta una mayor profundidad. Hoy, el país está hundido en un vacío de democracia, altamente afectado por los impactos de su conducción y frente a la mayor incertidumbre en los últimos 150 años. Pero, por ello, con retos políticos, sociales, culturales y económicos de altísima exigencia. Y sin poder darnos el lujo de volver a equivocarnos.

Uno de esos retos es recuperar la esperanza. Y con ella, montarse unidamente en el carro del progreso sostenido. Para siempre. Para no fallar nuevamente.
Por ello, hay que asumir, darle sentido, contenido, empuje y solidez a esa esperanza. Eso es lo que se llama formular, sustanciar y gobernar un proyecto nacional de desarrollo.

Un aporte a ese proyecto es lo que ofreceremos en los próximos once artículos. Todavía normativo, todavía parcial. Para integrarlos o cotejarlos con todas las otras iniciativas similares. Que las hay, y muy buenas. Venezuela necesita desesperadamente producir y hacer avanzar una visión compartida del país que queremos.

En muchas de las discusiones del amplio espectro de la oposición, surge reiteradamente el reclamo por lo que habrá que hacer una vez recuperada la gobernabilidad democrática. El régimen cree disponer de un proyecto de sociedad. Hasta para hacer la comparación contra él, vale la iniciativa. Para saber qué es lo que nos puede deparar el futuro.

Nuestro aporte asigna un gran valor a la disponibilidad de la visión misma. Es un acto de recuperación de la racionalidad. Es tener sentido y saber adónde queremos dirigirnos.

Pero también se lo otorga su carácter compartido. Ella debe ser sentida por las mayorías. Eso confiere un punto de referencia de todos. A partir del cual, comenzar a tejer las redes del entramado social que conceda la fuerza y la solidez de la sociedad cívica. De ahí en adelante no habrá nuevos malos gobiernos.

La gobernabilidad tendría, entonces, su mejor salvaguarda en la sociedad misma. No hay mejor gobierno que una sociedad fuerte. Creemos firmemente en la redención nacional por la vía de una visión compartida de país.

EL MODELO ANALÍTICO DE PARTIDA PARA UN CAMBIO DE PAIS

Insisto en una idea que he expresado antes: el país no va a cambiar sólo porque queramos que cambie. Lo va a hacer, si hacemos que cambie.

Y la forma –el modelo- más contundente de lograrlo se basa en tres componentes: a) un proyecto compartido de país exitoso; b) un clima de confianza y organización social; y c) constancia y evaluación permanente de viabilidad de la realización del proyecto propuesto. En esta serie de artículos vamos a revisar esos componentes.

Y comenzaremos por la referencia al proyecto de país. La formulación de nuestro proyecto nacional de progreso –de progreso, dije; no de reparto improductivo- espera por todos y –sobre todo- por el liderazgo ilustrado del país. Debemos aspirar a ser un país exitoso. Y hoy no hay duda de que, más allá de lo pusilánime o el tribalismo de muchos, el éxito está asociado a la competitividad en el mundo global.

El “gran” secreto de la competitividad global está en apoyarnos en nuestras fortalezas. Que a veces son insospechadas.

Precisamente en esta serie de artículos queremos destacar algunas, que sin que signifique el abandono de las ventajas primarias o secundarias tradicionales, surgen de algunas realidades geográficas, infraestructurales y de desarrollo urbano, o del modo global en que hoy se organizan los negocios.

Vayamos directo a la proposición: Venezuela podría convertirse pronto y con relativa facilidad en réplica sudamericana del Estado de Florida. O en más que eso. Por su condición petrolera.

Servicios portuarios y aeroportuarios de trasbordo definidos por ventajas de localización; actividades industriales y terciarias globales asociadas a esos servicios; disponibilidad de las más promisorias condiciones para una nueva región turística del Caribe; centros urbanos como Caracas, La Guaira, Maracay y Valencia; influencia sobre tres ámbitos geográficos diferentes aunque complementarios: Caribe, Amazonia y Sudamérica son factores-clave para basar un empuje radical a la economía nacional.

Por todo ello, Venezuela debería convertirse en un centro regional de servicios, de calidad mundial. Caracas y Valencia deberían rankearse como ciudades atractivas a las grandes corporaciones y ejecutivos. Lograr lo que Sao Paulo. Ser capital regional de los negocios.

VENEZUELA COMO CENTRO REGIONAL DE SERVICIOS Y NEGOCIOS

Venezuela puede ser pronto un centro regional de servicios y negocios para la Unión Andina, el norte de Sudamérica, la Amazonia y el Caribe.

Ese concepto de “centro regional de servicios y negocios” deberíamos explotarlo al máximo. Es más, podría ser nuestro principal objetivo económico nacional para los próximos diez o quince años.

La primera “fortaleza nueva” para lograrlo es la utilización de las infraestructuras portuarias y aeroportuarias de la región central. La Guaira, Maiquetía, Puerto Cabello, Valencia y Maracay constituyen un conjunto de puertos y aeropuertos que, con el debido soporte legal e institucional, podrían convertirse en el sistema de instalaciones portuarias y aeroportuarias de transferencia o trasbordo para toda la región mencionada.

Ello implica -en términos de encadenamientos económicos- el estímulo directo a diversas actividades de almacenamiento, manejo de inventarios, mercados de commodities, intermodalidad de transportes, servicios conexos y de apoyo, nuevos sectores industriales, etc., que podrían representar un incremento notable en la cantidad y en la calidad del PIB nacional. Lo que se traduce en un mayor potencial para el bienestar social.

Ya hay indicios y diversos progresos en el sentido de lo que proponemos. Varias empresas de carga marítima o aérea internacional se interesan por las ventajas de localización de Maiquetía, La Guaira, Valencia y Puerto Cabello.

Maiquetía es con mucho el más importante aeropuerto de carga del país. Puede especializarse en productos terminados. Puerto Cabello es el más importante puerto del país y el quinto de América Latina. El Aeropuerto de Valencia podría especializarse en la movilización de materias primas y productos intermedios. Un esfuerzo de especialización del conjunto de puertos y aeropuertos nacionales podría significar un mejoramiento global del sistema. Pero se requiere definirlo como tal. Debemos plantearnos definir un sistema nacional de puertos y aeropuertos.

Estoy seguro de que podremos lograrlo con mira amplia, modernidad en la normativa, asociaciones apropiadas, ímpetu empresarial, vocación exportadora y ganas de competir contra quien sea. Con iniciativas así, se construye el nuevo país que muchos queremos. Junto con muchas fortalezas más.

LOS COMPLEJOS DE SERVICIOS PORTUARIOS REGIONALES

Puertos y aeropuertos son la oportunidad de inmensos complejos de negocios. Si se definen como tales. Como complejos de servicios. Y no como simples terminales.

La Guaira y Maiquetía conjuntamente posibilitan la existencia de una gran zona comercial. En la situación actual de Vargas, basar en ambas infraestructuras un gran mercado de bienes de consumo terminados podría representar su más interesante posibilidad económica. Conjuntamente con la recuperación de su condición de fachada litoral de Caracas. Ojalá que mejorada. Vargas requiere despegar después de su tragedia.

Por su lado, Valencia dispone de un aeropuerto en torno al cual -definido como aeropuerto para el manejo de insumos- podría asentarse un nuevo y amplio aparato industrial y de servicios, si existieren las condiciones legales para ello. Cuestión que depende de la visión nacional -y no sólo central- necesaria a la legalidad.

Conozco de inversionistas nacionales y americanos interesados en prestar servicios de movilización, almacenamiento y trasbordo de cargas industriales. A las que podrían agregarse actividades de transformación bajo regímenes aduaneros especiales. Esa podría ser una salida a la declinación evidente del parque industrial nacional. Situación que -dicho sea- no parece existir ni para los gobernantes locales ni para la dirigencia empresarial.

Puerto Cabello posee una situación todavía mejor. Dispone del más importante puerto del Caribe Sur y de un aeropuerto inutilizado. Imaginen una combinación de ambas infraestructuras, un régimen tributario especial, una promoción local de avanzada y la asociación estratégica con sectores industriales asiáticos o europeos. La idea es disponer en un mismo sitio de posibilidades portuarias y aeroportuarias para la importación de materias primas y partes, la manufactura in situ, y luego la reexportación. La zona industrial necesaria existe. En pasadas responsabilidades profesionales, tuvimos la previsión de reservar todos los terrenos al este de la pista del Aeropuerto para usos industriales. Con el acuerdo de los propietarios. Faltaría dotarlas de un régimen especial.

Estos complejos, y otros –como complemento- deberían apoyarse en prestaciones de alto estándar de autopistas, ferrocarriles y telecomunicaciones de alta tecnología, compatibles con las mayores exigencias y disponibilidades internacionales actuales. Igual que en políticas locales innovadoras ¿Les gusta el reto?

LA NUEVA GRAN REGION TURÍSTICA DEL CARIBE SUR

La segunda fortaleza nueva es la región turística que hemos dado en llamar "Caribe Sur". Porque es que son muchos los factores favorables a una nueva región turística costera que iría desde Chichiriviche, en Falcón; hasta Cepe, en Aragua; y que tendría en Valencia, Maracay y Puerto Cabello sus principales centros urbanos.

Su fuerza irradiaría más allá de sus fronteras y beneficiaría de muy distintas maneras a sus ciudades y zonas integrantes y relacionadas. Que va mucho más allá de sus estados principales. Es una región, entonces, que crearía las condiciones para una redinamización de la actividad económica nacional, de innegables efectos positivos.

En principio, dispone de una costa con una variada oferta de playas tropicales de primera, con aguas cálidas, zonas de atractivo marino también variadas, y lo que es más importante para su valoración económica: situadas fuera del área de huracanes del Caribe.

Este factor hay que valorarlo en lo que diferencia: el financiamiento, aseguramiento y re-aseguramiento de las inversiones requeridas garantiza una exitosa competitividad versus otros emplazamientos caribeños y cercanos afectados por los factores naturales mencionados. Ya en Puerto Cabello nos ha tocado personalmente recibir a grupos inversionistas de la Florida interesados en el negocio turístico y residencial y en la instalación de marinas y servicios de mantenimiento y reparación localizadas en aquel estado norteamericano. Piénsese en los efectos multiplicadores de tales actividades. Sobre los servicios,... y sobre la industria.

En segundo lugar, todo ese paraíso litoral se localiza alrededor de la principal puerta de entrada a Sudamérica. Y es que Puerto Cabello se ubica a unos pocos kilómetros de Europa. Bonaire, Curazao y Aruba atraen importantes contingentes de turistas europeos -y norteamericanos- y se encuentran a pocos kilómetros de Puerto Cabello.

En tercer lugar, esa puerta de entrada no lo es a cualquier parte. Lo es a los bosques tropicales húmedos, a toda una naturaleza exuberante y retadora para los viajeros de zona templada, a un patrimonio histórico específico, a una larga historia republicana, a una riqueza cultural indiscutible y a toda una serie de atractivos de indudable interés para la definición de una política de desarrollo basada en el turismo.
Finalmente, la región mencionada es una región “viva”. Con base urbana plena de posibilidades. Y de historia. Sobre ello, continuaremos.

LO URBANO EN UNA POLÍTICA NACIONAL DE TURISMO

Decíamos en el artículo anterior que la gran región turística del Caribe Sur es una región “viva”. Valencia y Maracay -y ojalá que Puerto Cabello, Ocumare de la Costa, Tucacas y Chichiriviche- son o pueden ser centros urbanos con una amplia variedad de prestaciones. Esas prestaciones urbanas son la base de importantes ventajas económicas: ellas son la tercera fortaleza a explotar en el largo plazo.

La “región” propuesta no sería el enclave de los hoteles o resorts dominicanos, que encierran al turista en una burbuja de confort que nada tiene que ver con la realidad circundante. Tampoco el desierto urbano de Yucatán. Ni el ambiente opresivo de Cuba.

Servicios de salud, negocios, centros de compras, actividad cultural, vida nocturna, patrimonio histórico, artesanía local, turismo religioso, etc., son apoyos para la promoción turística. Del turismo con componente urbano. Y nos son disponibles.

La vida nocturna de Valencia y Maracay es, en sí misma, una importante atracción, que existe, aunque tendría mucho que aprender de los circuitos turísticos nocturnos existentes en el mercado de tours en tantas partes en el mundo. Cartagena, por ejemplo. Valencia, en otro plano, comienza a conformarse como un centro de prestación de servicios de salud y de shopping para los neerlandeses. Todo eso debería potenciarse.

Pero todavía más: la conversión de Valencia –y ojalá que también Maracay- en un centro regional de servicios aumentaría aún más sus atractivos urbanos. Sedes regionales o sub-regionales de empresas, empresas de alto valor agregado tecnológico, ferrocarriles, telecomunicaciones de alta tecnología, líneas nuevas de negocios, etc., aumentan los atractivos turísticos, entendidos en una concepción amplia y de rango mundial.

Lo mismo aplica para otras regiones turísticas del país. Vargas debería redefinirse por todo lo alto como el frente litoral de Caracas, con todas sus implicaciones urbanas. Margarita y Puerto La Cruz-Barcelona-Lecherías deberían jugar en llave para algunos paquetes turísticos. Y se perfilan como centros con atractivos diferenciados. Caracas debería jugar cada día más su rol de metrópolis nacional, exigiéndose una evolución como gran centro prestador de servicios nacionales, regionales y subcontinentales. Mérida tiene innegables atractivos. Los llanos, Guayana, etc. Ciudad Bolívar y Puerto Ordaz, por ejemplo, deben capturar contingentes del turismo de selva. Maracaibo y Barquisimeto, los asociados a sus posibilidades. Y así, todos en el país.

EL SISTEMA URBANO PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL NUEVO PAIS

Las ciudades en sí mismas constituyen una importante fuente de nuevos negocios y oportunidades económicas. Igual, la pertenencia a sistemas urbanos expansivos.
La conformación de una red o sistema global de ciudades, las tendencias de largo plazo en la cosmopolitización de los grandes centros urbanos, los cambios de composición de la base económica urbana, la desconfianza en Wall Street y en los mercados “golondrinas”, la relativa seguridad y mejor retorno de las inversiones inmobiliarias, el surgimiento de nuevas actividades y otros factores definen nuevas realidades urbanas cambiantes.

Sao Paulo es con mucho la ciudad latina de mayor preferencia por los ejecutivos transnacionales. Ciudad de México –a pesar de la evaluación negativa que se tiene de las instituciones nacionales mexicanas- compite con Miami por la atracción de capitales inmobiliarios.

En lo nacional, el panorama del sistema de ciudades cambió. Y debería cambiar aún más. Caracas sigue siendo la metrópolis nacional. Valencia y Maracay apuntan como centros complementarios de Caracas en la prestación de servicios más allá de las fronteras. Pasan de polos industriales a centros de servicios. La nueva ciudad industrial debería ser Ciudad Guayana. Puerto La Cruz-Margarita y Puerto Cabello-Tucacas-Chichiriviche-Ocumare de la Costa deberían ser las dos grandes regiones turísticas con componentes urbanos.

Planteémonos ese nuevo panorama urbano y preguntémonos cuál base económica la sustenta y cuáles oportunidades de negocios permite.

Y descubriremos la inmensa y variada gama de nuevas actividades abiertas. Terciario superior; sedes de empresas y bancos internacionales; aumento de las construcciones; actividades de mayor valor agregado, como consultorías especializadas en el mercado financiero; bolsas de valores de commodities y futuros; aumento de la capacidad de alojamiento hotelero; ampliación de la oferta de oficinas; surgimiento de nuevas áreas comerciales; operadores internacionales de carga; turismo masivo y la “bursatilización” o “securitización” hipotecarias son ejemplos de las nuevas posibilidades urbanas a plantearse.

La visión estratégica del desarrollo del nuevo sistema nacional de ciudades debería ser la cuarta fortaleza nueva sobre la cual basar el relanzamiento nacional. Serán las ciudades para la competencia en el mundo global.

SOBRE LA GESTION PÚBLICA EN TIEMPOS DE GLOBALIZACION

La realidad económica y la gestión urbana en tiempos de globalización van más allá de las fronteras administrativas locales o nacionales. También –lamentablemente- más allá de la mira de los gobernantes. Los más pujantes centros de la nueva economía latinoamericana son regiones económicas que se han definido por la gestión exitosa de sus gobiernos locales y provinciales, generalmente en un marco institucional y macroeconómico de bajo riesgo.

En nuestro caso, los gobernantes y dirigentes gremiales no sobrepasan la visión local estrecha. La más mínima reactivación y apertura económicas los ahogaría en el remolino de la competencia. Aún no saben que la vieja economía desapareció. Pero se aferran a ella.

No hay dudas sobre el despliegue de un nuevo ámbito –mundial, evidentemente- de las prácticas económicas, sociales, técnicas, culturales, políticas e institucionales de la especie humana. Que ha estado secularmente acostumbrada a lo cercano: a lo local, y, en los últimos tiempos, a lo nacional. Pero que hoy exige otro tipo de desempeño.

En lo que toca a lo mundial, todavía estamos acostumbrados a pensar y a actuar viéndonos el ombligo, o como si el mundo se terminara en nuestras narices. Me gusta mucho decir -para referirme a nuestra aproximación a los temas internacionales- que lo frecuente es que los humanos pensemos con el pasaporte. Sin embargo, para todos, la globalización es una realidad. Y la realidad –queramos o no- no se toma o se deja a voluntad.

Lo que marca el ritmo, entonces, es la economía global. Que exige una gestión pública también global. Instituciones y leyes que permitan las transacciones de la nueva economía; nuevas áreas comerciales y residenciales con más tecnología, compatible con las mayores exigencias y disponibilidades internacionales; visión metropolitana, regional y “virtual” del desarrollo urbano; soluciones a los constructores y financistas que analizan fórmulas para mover capitales hacia mercados con desvalorización de las monedas locales y contracción de la economía; adecuación y apertura a fondos internacionales; capacidad de negociación frente a financistas y operadores transnacionales para inversiones mixtas u otras y lobby intergubernamental son atributos de la nueva gestión pública en tiempos de globalización.
La nueva gestión pública -un auténtico public management- es la quinta fortaleza a desarrollar. Sin ella, nada de lo demás se valoriza. Y disponemos del conocimiento para ello.

LAS “OTRAS” FORTALEZAS NACIONALES

Hay ventajas que son absolutas: ningún otro país puede tener el mayor salto de agua del mundo. Hay otras que son relativas: cualquiera podría tener mañana un teleférico más largo y alto que el de Mérida. Las hay tradicionales y nuevas; históricas y prospectivas. Unas y otras deben ser el apoyo principal de la política productiva nacional.

En esta serie de artículos, hasta ahora nos hemos interesado en oportunidades y fortalezas nuevas, prospectivas. Pero Venezuela dispone de un amplio espectro de ventajas tradicionales. Ellas todavía permiten un amplio espacio de producción al sistema económico. Y todas posibilitan un esquema de diversificación económica que se asocia al objetivo central de esta "Visión".

La potenciación de las ventajas comparativas tradicionales debe ser la sexta fortaleza para el relanzamiento. Con el petróleo como motor, pero ya no el principal. Debemos ser permanentemente competitivos en hidrocarburos y energía y en sus industrias derivadas. Plásticos y otras. Debemos serlo en procesos metalúrgicos básicos asociados a la disponibilidad de materias primas y energía barata. La metalmecánica debería ser nuestra. Debemos serlo en el aprovechamiento sostenible de la ecología de sabana. En turismo tropical, en el uso de la biodiversidad, en concursos de belleza, en béisbol, etc.

Pero hay otros secretos del éxito competitivo: la acción humana. El hombre individual y socialmente incorporado a la creación. Capital humano es lo primero. Calidad de vida y capacidad en el trabajo. Pero, el último descubrimiento es el capital social.
Confianza entre pares; redes vecinales, gremiales y sectoriales; participación creativa, proactiva y progresista; constitucionalismo y contractualismo; y, ojalá que la institucionalización formal de las estructuras y procesos para el ejercicio de la participación ciudadana en lo gubernamental, son activos sociales de demostrado impacto sobre la productividad global y sobre el crecimiento.

En esta Venezuela devastada después de casi treinta años de marasmo económico y los últimos años de pesadilla “revolucionaria”, la reconstitución de la trama social nacional y la constitución de un capital social proactivo resultan ineludibles. La política económica, pero también la social lo reclaman. No hay mejor forma de acabar con la pobreza que creando más y mejor riqueza. Crear riqueza es nuestra principal meta. Así se acaba con la pobreza.

CAPITAL SOCIAL: EL SEGUNDO GRAN COMPONENTE DEL CAMBIO

Hoy ya es de común aceptación en la gerencia pública, los estudios de desarrollo, la politología y la economía un concepto que muchos -excepto él- atribuyen al Profesor Robert Putnam, de Harvard: el capital social, que refiere a la confianza mutua, a las normas y redes sociales, a la participación y a la institucionalización de la democracia social como activos medulares para la generación de valor y éxito en las sociedades.

La necesaria dotación de capital social para ser el encofrado en que se apoye el progreso no es una tarea imposible: ya existen muchas de las redes sociales necesarias. Habrá que construir muchas más. Es verdad que habrá que crear y recrear las normas que se correspondan con el nuevo aliento nacional, pero el reencuentro de la nación con su proyecto de país ya habrá preparado las cosas para el florecimiento de la confianza entre venezolanos. Así, además, podremos garantizar la vacuna contra la lucha de clases.

La fuerza organizativa cuesta un poquito. Es verdad. Pero tampoco mucho. Si pudimos organizarnos para usar el Metro de Caracas, para las grandes ligas y para un sistema de orquestas juveniles de calidad mundial, también lo podremos para el progreso.

Pero para ello debemos atender inicialmente la educación para la convivencia y el trabajo coordinado y la formación de capital social. Todavía más: debemos avanzar fuertemente en los procesos de institucionalización. Productividad y crecimiento dependen de ella.

Es que ya está bueno de caudillos. Y de tanta mamadera de gallo con las leyes, el sistema de justicia, la profesionalización de la gerencia, etc. Llegó la hora del “team-work” del que hablan los beisbolistas. Mejorando los partidos, por ejemplo. Formación cívica vs. lucha de clases es uno de los dilemas dramáticos de la Venezuela de hoy.

Esa formación –es verdad- todos la hemos descuidado: los padres, la familia, la escuela, las iglesias, la comunidad y el Estado.

Pero ese es el reto. Lo que proponemos es que el aliento de saber que recuperamos el camino del progreso nos llevará a la confianza, a la organización y a la madurez gerencial para proyectar, actuar y evaluar permanentemente el camino. Para no seguir equivocándonos. En plural. Como reto de todos. La exigente pero productiva dotación de capital social a la sociedad venezolana es la séptima fortaleza necesaria al Proyecto Nacional de Desarrollo.

LA GARANTIA DE GOBERNABILIDAD COMO RECURSO FORZOSO

Casi llegamos al final de esta serie. Por ello, propongo: recuperemos la autoestima nacional y decidámonos a cambiar. Sí somos capaces de pensar y construir un país entre todos.

Convencidos de ello, planteémonos construir un proyecto de progreso permanente que sostenga y premie las aspiraciones de prosperidad de los venezolanos. No hay mejor estímulo que la esperanza. La nación venezolana tiene que encontrarse a sí misma y eso lo garantiza una redención basada en sentimientos positivos. No en la locura del odio.

Hay que asegurar el análisis y el manejo de los requisitos de viabilidad de ese proyecto. Eso es la fulana gobernabilidad. Que es algo esquiva. Pero, ni modo. La gobernabilidad hay que mantenerla. Y ello obliga a preocuparse por la viabilidad. Economía, cultura, política, instituciones y cohesión social son un todo indivisible,... y de muy difícil manejo. Pero para ello, hay mucho conocimiento técnico en la gerencia pública que puede ayudar. De lo que se trata es de preguntarse permanentemente por donde es que se nos puede ir el éxito. Y de cuidar que ello no suceda.

La garantía de la viabilidad de las gestiones de gobierno dirigidas a concretar la "visión" es la última de las fortalezas necesarias. Ello va a traducirse en un crecimiento económico sostenido y en un mejoramiento de los indicadores sociales.

Lo demás es tarea de cada cual en sus responsabilidades específicas: el Estado, a garantizar las reglas generales del juego y a monopolizar la violencia (y no a ser la caja de resonancia de los grupos de presión); el gobierno, a producir lo que la sociedad espera de él y a ir supliendo lo que exige el éxito futuro (y no, a ser la caja grande y chica del partido de turno); los partidos, a mediar entre ciudadano y sociedad política (y no a monopolizar y apropiarse de los asuntos públicos); los empresarios, a competir (y no a vivir persiguiendo los favores del Estado); los trabajadores, a ser cada vez más capaces, para ganar más con base en sus rendimientos (y no en la lucha permanente por dádivas); la sociedad civil, a organizar las demandas al estado y asumir la solidaridad social (y no a querer suplantar a los partidos); las universidades, a formar el capital humano de la mayor capacitación posible (y no a ser un permanente juego de poder y de negociados); y así: etc., etc., etc.
Conclusión de conclusiones: país exitoso; organización y confianza; y constancia en la realización progresista –insisto- nos son condiciones urgentemente necesarias.

FINAL PROCEDIMENTAL:
EL PROCESO SOCIAL, POLÍTICO, TÉCNICO Y OPERACIONAL INMEDIATO


Ya dijimos que nuestra "visión" era marcadamente normativa. Y, como pudieron constatar, todavía cargada -pedagógicamente- hacia la exploración de posibilidades nuevas. Eso define tareas inmediatas: su completación, validación política, viabilización e instrumentación.

Proponemos concretamente un proceso gradual y estructurado de construcción progresiva de consensos, en el que pueda ser posible cumplir la validación social amplia necesaria, la validación política de alto nivel, la validación técnica aún deseable, y la validación operacional todavía no disponible. Pero aún más, complementamos: hay que viabilizar; hay que gestionar; hay que identificar grandes proyectos; hay que identificar a los agentes económicos, sociales e institucionales relacionados con ellos; hay que definir la política de promoción; hay que hacer lobby; hay que publicitar, hay que discutir, etc., etc.

Todo este proceso lo entendemos como un tema de alto gobierno, pero como proceso democrático y que responde a los nuevos paradigmas de la política; es decir, internalizado por la gente, asumido responsablemente por los agentes políticos, con plena participación efectiva de la intelligentsia al servicio del Estado, y con soluciones elaboradas en los órganos productores de bienes públicos. Pero, además, con vocación de éxito, de realización; es decir, con plena viabilidad, no un blue-print más. Igual, y esta es una dimensión de lo anterior que queremos resaltar: debe ser el resultado de un proceso nacional, y no sólo capitalino. Todavía más: a ello debería agregarse la contrastación y complementación con todos los otros aportes similares.

Todo lo anterior define una tarea política relevante: no se trata de un papel más, de sólo un plan de largo plazo, de un producto orientado hacia adentro. Es un instrumento de acción política, por la vía de la construcción de futuros, del logro de adhesiones y consensos, de mejoramiento de gobernabilidad, etc. etc.

Discutir políticamente lo que queremos como país, en cualquier momento, pero imperativamente para prepararnos en la recuperación del camino democrático y de progreso después de la situación de ingobernabilidad actual y de la lucha entre proyectos societales divergentes, significa avanzar un proceso de profundo contenido para que cada cual sepa de manera precisa lo que queremos y podemos como país en los próximos años. Lo que tiene, además, un valor, como incentivo político, insospechado por casi todos. Tanto para conocer qué ofrece cada quién como para saber a ciencia cierta lo que se nos prefigura como nación. Ojalá que en un trabajo riguroso. Ojalá que unitariamente, en un proceso también riguroso de construcción de consensos. Ojalá que cuidando los requisitos de viabilidad.

Lo cual no deja de ser una retadora y fuertemente atractiva exigencia de formulación política. Para resolver el dilema histórico en que nos encontramos. Para aprovechar esta nueva oportunidad. Para superar la mala historia del último cuarto de siglo. Esta vez, estamos seguros, la esperanza dará paso a la plena satisfacción.

Existe una presentación gráfica en Power Point, a la orden para talleres, seminarios, etc.

[1] Una Propuesta de Proyecto Nacional de Desarrollo para el Relanzamiento Nacional, escrita entre noviembre de 2002 y abril de 2003. Elaborada con formato de artículos periodísticos de una cuartilla.

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